Site Network: Home | Blogcrowds | Gecko and Fly | About

::. Supersticiones de cuarta (Parte 01)

Todo se había decidido ya hace 4 semanas. Mañana, mi novia Gilia y yo, nos iríamos de aquel barrio, luego de haber vivido ahí más de 4 años, tiempo exacto desde el primer día en que decidimos vivir juntos. Todo estaba ya empacado.

Desde hace 4 días me sentía mal y me habían dado licencia para faltar al trabajo―Cosa que no necesitaba mucho que digamos, por que siempre he hecho lo que quiero ahí, al fin de cuentas, mi jefe me cree y quiere, más que mi madre―. Aparte de ello también había dejado mis otras obligaciones, así que ahora lo más productivo que podía hacer era echarme en mi sofá y ver tele.
Estaba asado de ver tanta basura que pasan…sobretodo a esa hora. Sólo había que elegir entre una novela u otra, todas, trilladas, aburridas, estúpidas, lloronas y predecibles… o sea mexicanas pues.
María, la empleada de la casa era la única que parecía estar contenta con ello ― ¿Por qué lloran las mujeres? ¡¡¡Por cojudeces de novelas como esas, podría ser una buena respuesta!!!―.
Eran las dos y quince de la tarde de aquel jueves enfermizo; estaba echado en mi sofá rojo, a punto de dormirme, con mi empleada, llorando, al lado, cuando sonó el timbre.

― Es el señor Julio, joven. ― Me dijo María.
― Déjalo pasar.

Julio era un amigo mío, al cual conocía casi desde el primer día en que vine a vivir aquí. La verdad es que él no era vecino mío, tampoco vivía cerca, pero casi de seguido se aparecía por el barrio. Pasaba que Julio, un joven profesor de química emprendedor pero bastante retraído y tímido, tenía una relación de más de 4 años con Marita, mi vecina, una chica igual de retraída ―nunca pude imaginarme cómo les saldrían los hijos―y superprotegida por sus padres, a pesar de sus veintiún años recién cumplidos, 4 años menos que mi iluso amigo.
Los 4, de vez en cuando nos reuníamos a tomar unos tragos, a bailar o simplemente a charlar en casa.
Hoy no iba a ser así, a pesar de que era mi último día en el barrio. Julio había venido a tocar mi puerta…estaba solo. Estaba sudoroso, inquieto, con la mirada evasiva y ansiosa; una conducta un poco sacada de cuento de terror para un tipo tan sereno y predecible como él.

― ¿Quieres que te cuente algo extraño? ― Me dijo con voz pasiva y resignada.
― Siempre― Le contesté con una sonrisa cachacienta.
― Nunca lo he visto, a las justas si sé su nombre.




0 comentarios:

Publicar un comentario